lunes, 19 de enero de 2009

Frío en Palestina

Leo textos, veo imágenes, sigo titulares y opiniones, me pregunto si realmente somos capaces de entender algo de todo lo que está ocurriendo estas semanas en Gaza. La complejidad del conflicto encierra, entre otras, razones históricas, económicas, étnicas y religiosas, construyendo así una potente causa: la ocupación de un territorio, porque un pueblo sin tierra carece de raíz donde crecer y dejar su huella en la Historia.

Sin embargo, en toda esta locura de dolor, ¿no arrasa con más fuerza un sentimiento de rencor y venganza? Tal como argumenta el filósofo sudafricano Achille Mbembe cuando compara la experiencia del Apartheid con la de Israel: en esta última las personas, alimentadas en una destructiva atmósfera de victimismo, no son capaces de salir de una repetición cíclica, la muerte por sacrificio y la crueldad hacia los demás, la misma que ellos también sufrieron una vez.

No hablamos de pedirle al pueblo judío que olvide el sufrimiento del pasado, la memoria ayuda a construir sociedades maduras, sí se pide que entierren el odio. Seguro que una gran mayoría de ellos ya lo han hecho, pero hoy muchos otros aún continúan buscando un aliento de reconciliación con la humanidad: rastrean entre las calles de gaza, en cada rincón donde convive una comunidad judía, y no lo encuentran porque el ruido, los escombros y la desesperación lo ennegrecen todo hasta dejarles ciegos.

Al otro lado una mujer palestina me abre los ojos, Maha Nassar era Presidenta de la Unión de Comités de Mujeres palestinas cuando yo la conocí hace dos años, tengo un recuerdo vivo de la admiración que sentí cuando la escuché hablar en una visita a nuestra clase de doctorado. Respiraba presencia de mujer eternamente luchadora, en su rostro cicatrices profundas (¿habían nacido durante sus múltiples estancias la cárcel?), en su sabia palabra la capacidad para hacernos comprender el desgarro de la mujer palestina, aquella que no quiere oír hablar del feminismo sino de qué va a comer su familia mañana.

Maha murió el pasado octubre con 54 años y me pregunto cómo alimentó semejante pasión para con la vida: madre de 4 hijos, comprometida activamente en la lucha contra la ocupación, dedicada a la defensa de los derechos de la mujer, educadora y responsable de la construcción de varias escuelas en su país, una labor educativa que hizo que se la respetara en las dos comunidades, la palestina y la israelí.

Para acercarme realmente a este conflicto destierro conceptos que son demasiado abstractos, que suenan vacíos cuando se empeñan en hablarnos de una paz aún sin definir. Temo congelarme ante el dolor, y si no escribo, si no hablo, el silencio frío en Palestina dirá que no percibió ni una pequeña señal de humanidad. Maha Nassar es la Esperanza con nombre propio, simboliza para mí a todas las personas que siguen combatiendo para que no destruyan su identidad ni la de los suyos durante una guerra.

Al otro lado una valiente mujer israelí le pide a Obama que calme su sufrimiento por el pueblo Palestino, voz de sabia, palabras de profunda compasión:


Liberarse uno mismo de la adicción a la memoria de tu propio sufrimiento es la condición necesaria para aprender a hablar un lenguaje humano, y, potencialmente, para crear un nuevo mundo. Achille Mbembe

sábado, 10 de enero de 2009

Deseos, deseos que no caducan después del 2009

Para entender qué cosas quiero este año a mí me gusta antes que nada echar la vista atrás y reflexionar acerca de lo vivido el año anterior, y sobre todo navegar en la memoria que me lleva y me trae entre sensaciones y emociones, así capturo el cómo de cada vivencia.

Después me siento tranquilamente, porque digo yo que si ni siquiera dedicamos un tiempo a pensar en lo que queremos es imposible imaginarlo y mucho menos tocarlo. Presiento que, al igual que sucede con otras tantas cosas, los deseos si no los compartes pierden parte de su intensidad, color, significado...los que te escribo a continuación son de una amiga, son mios, y si quieres tuyos:

Te deseo primero que ames, y que amando también seas amado.
Y que, de no ser así, seas breve en olvidar, y que después de olvidar no guardes rencores. Deseo, pues, que no sea así, pero que si es, sepas no desesperar.
Te deseo también que tengas amigos y que, incluso malos e inconsecuentes, sean valientes y fieles, y que por lo menos haya uno en quien puedas confiar sin dudar.
Y porque la vida es así, te deseo también que tengas enemigos. Ni muchos ni pocos, en la medida exacta, para que, algunas veces, te cuestiones tus propias certezas.Y que, entre ellos, haya por lo menos uno que sea justo, para que no te sientas demasiado seguro.
Te deseo, además, que seas útil mas no insustituible. Y que en los momentos malos, cuando no quede nada, esa utilidad sea suficiente para mantenerte en pie.
Igualmente, te deseo que seas tolerante, no con los que se equivocan poco, porque eso es fácil, sino con los que se equivocan mucho e irremediablemente, y que haciendo buen uso de esa tolerancia sirvas de ejemplo a otros.
Te deseo que siendo joven no madures demasiado de prisa, y que ya maduro no insistas en rejuvenecer, y que siendo viejo no te dediques al desespero. Porque cada edad tiene su placer y su dolor y es necesario dejar que fluyan entre nosotros.
Te deseo, de paso, que seas triste. No todo el año, sino apenas un día. Pero que en ese día descubras que la risa diaria es buena, que la risa habitual es sosa y la risa constante es malsana.
Te deseo que descubras, con urgencia máxima, por encima y a pesar de todo, que existen y que te rodean seres oprimidos, tratados con injusticia, y personas infelices.
Te deseo que acaricies un gato, alimentes a un pájaro y oigas a un jilguero erguir triunfante su canto matinal, porque de esta manera te sentirás bien por nada.
Deseo también que plantes una semilla, por más minúscula que sea, y la acompañes en su crecimiento, para que descubras de cuántas vidas está hecho un árbol.
Te deseo, además, que tengas dinero, porque es necesario ser práctico. Y que por lo menos una vez al año pongas algo de ese dinero enfrente de ti y digas: "Esto es mío", sólo para que quede claro quién es el dueño de quién.
Te deseo también que ninguno de tus afectos muera, pero que, si muere alguno, puedas llorar sin lamentarte y sufrir sin sentirte culpable.
Te deseo por fin que, siendo hombre, tengas una buena mujer o un buen hombre, y que siendo mujer tengas un buen hombre o una buena mujer, mañana y al día siguiente, y que cuando estéis exhaustos y sonrientes, aún sobre amor para recomenzar.

Graciñas Sara por los deseos (esto te lo digo con mi acento gallego), te robo también a Mafalda, por si nos faltaba inspiración...