sábado, 11 de julio de 2009

Galeano: El derecho al delirio.

Todo lo que el escritor Uruguayo Eduardo Galeano imagina y grita con tono sereno pero desde una profunda indignación me hace temblar. Y cuando se deja arrastrar por el delirio, como deberíamos hacer todos más a menudo, crea humanidades que sólo quiero atrapar, para luego ser capaz de caminar a través de ellas. Camina su voz con giros disparatados, avanza su letra escrita con ansia de locura, loco delirio que canta por el derecho a la libertad.



El derecho al delirio

Ya está naciendo el nuevo milenio. No da para tomarse el asunto demasiado en serio: al fin y al cabo, el año 2001 de los cristianos es el año 1379 de los musulmanes, el 5114 de los mayas y el 5762 de los judíos. El nuevo milenio nace un primero de enero por obra y gracia de un capricho de los senadores del imperio romano, que un buen día decidieron romper la tradición que mandaba celebrar el año nuevo en el comienzo de la primavera. Y la cuenta de los años de la era cristiana proviene de otro capricho: un buen día, el papa de Roma decidió poner fecha al nacimiento de Jesús, aunque nadie sabe cuando nació.

El tiempo se burla de los límites que le inventamos para creernos el cuento de que él nos obedece; pero el mundo entero celebra y teme esta frontera.

Una invitación al vuelo

Milenio va, milenio viene, la ocasión es propicia para que los oradores de inflamada verba peroren sobre el destino de la humanidad, y para que los voceros de la ira de Dios anuncien el fin del mundo y la reventazón general, mientras el tiempo continúa, calladito la boca, su caminata a lo largo de la eternidad y del misterio.

La verdad sea dicha, no hay quien resista: en una fecha así, por arbitraria que sea, cualquiera siente la tentación de preguntarse cómo será el tiempo que será. Y vaya uno a saber cómo será. Tenemos una única certeza: en el siglo veintiuno, si todavía estamos aquí, todos nosotros seremos gente del siglo pasado y, peor todavía, seremos gente del pasado milenio.

Aunque no podemos adivinar el tiempo que será, sí que tenemos, al menos, el derecho de imaginar el que queremos que sea. En 1948 y en 1976, las Naciones Unidas proclamaron extensas listas de derechos humanos; pero la inmensa mayoría de la humanidad no tiene más que el derecho de ver, oír y callar. ¿Qué tal si empezamos a ejercer el jamás proclamado derecho de soñar? ¿Qué tal si deliramos, por un ratito? Vamos a clavar los ojos más allá de la infamia, para adivinar otro mundo posible:

el aire estará limpio de todo veneno que no venga de los miedos humanos y de las humanas pasiones;

en las calles, los automóviles serán aplastados por los perros;

la gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por la computadora, ni será comprada por el supermercado, ni será mirada por el televisor;

el televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas;

la gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar;

se incorporará a los códigos penales el delito de estupidez, que cometen quienes viven por tener o por ganar, en vez de vivir por vivir nomás, como canta el pájaro sin saber que canta y como juega el niño sin saber que juega;

en ningún país irán presos los muchachos que se nieguen a cumplir el servicio militar, sino los que quieran cumplirlo;

los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo, ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas;

los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas;

los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos;

los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas;

la solemnidad se dejará de creer que es una virtud, y nadie tomará en serio a nadie que no sea capaz de tomarse el pelo;

la muerte y el dinero perderán sus mágicos poderes, y ni por defunción ni por fortuna se convertirá el canalla en virtuoso caballero;

nadie será considerado héroe ni tonto por hacer lo que cree justo en lugar de hacer lo que más le conviene;

el mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza, y la industria militar no tendrá más remedio que declararse en quiebra;

la comida no será una mercancía, ni la comunicación un negocio, porque la comida y la comunicación son derechos humanos;

nadie morirá de hambre, porque nadie morirá de indigestión;

los niños de la calle no serán tratados como si fueran basura, porque no habrá niños de la calle;

los niños ricos no serán tratados como si fueran dinero, porque no habrá niños ricos;

la educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla;

la policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla;

la justicia y la libertad, hermanas siamesas condenadas a vivir separadas, volverán a juntarse, bien pegaditas, espalda contra espalda;

una mujer, negra, será presidenta de Brasil y otra mujer, negra, será presidenta de los Estados Unidos de América; una mujer india gobernará Guatemala y otra, Perú;

en Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria;

la Santa Madre Iglesia corregirá las erratas de las tablas de Moisés, y el sexto mandamiento ordenará festejar el cuerpo;

la Iglesia también dictará otro mandamiento, que se le había olvidado a Dios: «Amarás a la naturaleza, de la que formas parte»;

serán reforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma;

los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos son los que se desesperaron de tanto esperar y los que se perdieron de tanto buscar;

seremos compatriotas y contemporáneos de todos los que tengan voluntad de justicia y voluntad de belleza, hayan nacido donde hayan nacido y hayan vivido cuando hayan vivido, sin que importen ni un poquito las fronteras del mapa o del tiempo;

la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses; pero en este mundo chambón y jodido, cada noche será vivida como si fuera la última y cada día como si fuera el primero.

Dedicado a mi querida hermana Irene, apenas has cumplido 17 años pero llevas tanto tiempo soñando, imaginando toda la justicia de la que habla Galeano que no recuerdo cuando nos descubriste por primera vez tu mirada crítica hacia el mundo...
Quizá fue desde que leías y leías con pasión cuentos de otros lugares, o el día en que mostraste tremenda indignación por quienes no tenían las mismas oportunidades que tú para estudiar; o un instante durante el cual, aún teniendo la corriente en contra, quisiste abrir una ventana y entender el porqué de uno de los tantos conflictos que te rodeaban, conflictos ante los que, estoy segura, ya no querrás cerrar tu ventana, ni tu corazón.

5 comentarios:

Angela dijo...

querida virginia,
menos mal que de vez en cuando te das un respiro y nos lo das a nosotros también, nos traes un poco de aire que nos viene muy bien!
Que alegría es leerte siempre y mas cuando nos traes a alguien como Eduardo Galeano!
Muchos besos!

nasrudin dijo...

Cada vez que aparece un post en tu blog o en el de Angela me echo a temblar porque una de vuestras mejores fans no hace más que elogiaros y, claro, siento la presión de mantener el tipo con hijas así y seguir peleando por mi vida para estar a la altura...
Ahora en serio, no sé de dónde has sacado ese entusiasmo por Galeano pero es una persona que cuenta cosas que nos agrandan el mundo y su biografía personal es coherente con sus relatos.

Por cierto, hace años el rector me pidió que lo presentara en una conferencia en el Paraninfo y en persona no defrauda.

Irene puede estar orgullosa de las felicitaciones que habéis inventado las hermanas para ella...

Un beso muy grande

Virginia dijo...

Si Ange, supongo que ahora mismo estoy en una fase de darme respiros más lentos pero intento que sean igual de intensos, gracias por saber sacar todo lo mejor de los aires que yo traigo.

Yo creo que personas muy cercanas a mi viven y "dicen", entienden el mundo como nos cuenta Galeano. Entre ellas estás tú papá, que como en muchas ocasiones vas por delante abriéndome el camino, y yo sólo quiero compartirlo en este o en otros espacios. Así quizá podré acercarme a que mi biografía también vaya de la mano con mis relatos, como nos enseña el maestro Galeano.

cieloytierra dijo...

yo agradezco a gente como vos que se dejan "resonar" por vibraciones verdaderas
sinceras por lo llenas de vida
como la de Galeano por ejemplo
Una vida dedicada a la creatividad !

gracias Virginia!


Mariní Äcuña

Virginia dijo...

me gusta ese dejarse resonar, me gusta pensar que nuestras vidas, como la de Galeano, van de la mano de una creatividad que conmueve, que nos hace sentir comprometidos, y nos empuja a delirar más a menudo, libres y valientes.
Gracias Mariní!